La diferencia principal entre estos dos ambientes no es la fuente de sonido en sí, sino el entorno.
El estudio es un ambiente relativamente controlado, en el que a menudo se les da una segunda oportunidad si el resultado no es satisfactorio. Por esa razón las expectativas del resultado serán, por supuesto, mucho mayor. Eso significa que el deseo de claridad, definición y bajo ruido no tiene límite superior.
Con el fin de compensar la pobre acústica o para obtener más separación entre canales cuando se registran múltiples instrumentos, la direccionalidad puede ser más importante que la definición y el ruido.
El problema principal en vivo es el gran número de otras fuentes de sonido fuerte que no se desean amplificar o grabar tales como el PA frontal y los monitores que pueden causar retroalimentación, o los otros músicos y sus amplificadores que suenan mucho más fuerte que la voz o el instrumento más suave que sí necesita un micrófono.
Esto significa que el objetivo primordial de un micrófono en vivo es la separación de fuentes sonoras y en segundo lugar, buen rechazo del sonido fuera del eje.
Si el monitor y el nivel de amplificador en el escenario son controlados y relativamente bajos, es posible obtener más claridad y definición mediante el uso de micrófonos menos direccionales.
Ing. Carlos Maiocchi
Gerente General – Equaphon